Siempre en busca de sisarte la noche,
decirte entre dientes cuanto existes…
Aparece el furor que me marca verte de silueta negra,
con la candida piel cubriéndote el alma,
comprándome una nueva cruz que no permite concilie sueño
alguno,
siempre la temple paciencia de tratar no pensarte,
apareces despacio en delirante vuelo, en el viento del
norte,
tendida ante la gravedad que no te acaricia,
el tiempo que no te marca, la divinidad que te crea única,
zigzagueando los muslos amapolas y sativas de mi necesidad
diaria,
cada calada es dulce beso siniestro en realidades iracundas,
en tácitos encuentros que no te enteras porque soy demente,
débil caigo en círculos de acuarelas y retratos desgastados.
La boca roja te pertenece por antonomasia, la mía por entrega,
ese ingrato autismo en que te reflejas de pronto ya que no
me sabes,
siempre ahí tus manos carburantes inhiestos de pulsiones
propias,
cierra los ojos, a lo lejos respira mis movimientos
intangibles a tu lado,
parecerá desquicio querer intoxicarme de tu sabia boca,
de tu curvatura lasciva, obedeciendo y tomando como bandera
tu oquedad.
Antes de tenderme derrotado en tus senos y extasiado de tu
ombligo
permaneceré tan callado que la respiración mía… se fundirá
contigo
en un hálito insólito capaz de crear un universo paralelo y
adverso,
una tenue melodía será condenada para hacernos perecer en
actos inconclusos.
Cierra los ojos mis manos están presentes,
dibujándote y liándote a comprender que esta realidad
también te pertenece.
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