AHORA que ya no me encarcela
el corazón el amor que por ti he sentido,
y que el intenso deseo de tus besos
se ha tornado indiferencia,
sólo me inquieta el no herir
tu alma dulce y tierna,
preservar tu sensible corazón
del sufrimiento.
Ahora, sigilosa
y hábilmente habré de ir deshaciendo
la trama sutil con la que te hice mía,
hasta devolverte a ti misma,
hasta perderte.
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