Conforme discurren los días
–idénticos a sí mismos, monótonos–
más se adentra mi ser
en el yermo de la
soledad
donde ninguna voz me reclama
ninguna mano me alcanza
ningún corazón palpita a la par
de este pobre corazón mío
que como un olvidado despojo
se va extinguiendo en silencio.
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