Durante el día me siento un expedicionario, o
un geógrafo (geografeo como diría R. Lira),
buscando la seguridad en el mundo visible, en las cosas, los objetos y en la
animalidad corpórea de los hombres. Durante el día la manera de mantenerse a
flote es confundirse con la normalidad bidimensional de la sociedad : alta y
profunda; o baja y superficial (así de simple se ve todo) y nada impide que un
burgués se disfrace de
revolucionario latino creyendo en la causa y sin un poco de vergüenza.
Mi imposibilidad actual de retener una página
de teoría científica o de filosofía dado mi estado actual se contrapone a mis
lecturas de Don Delillo (Outremonde)
de John Fante y del Journal de Kafka
(el diario de Kafka). Lecturas episódicas
como puertas que se abren para que los amigos me hablen directamente. Así esta
madrugada Kafka y yo concordamos sobre nuestro periodo de insomnio actual y me
presenta sus conclusiones como un diamante escondido en uno de mis zapatos
tirado en una esquina de la pieza :
« Me
duermo bien, pero me despierto al cabo de una hora como si hubiese puesto mi
cabeza en el hoyo equivocado […] Creo que este insomnio se debe únicamente al
hecho que escribo. Porque por tan mal y poco que escriba, esos pequeños
quiebres provocan mi susceptibilidad. »
Mis razones actuales son otras o quizás las
mismas pero con complicaciones diferentes, diferentes a las de Kafka y su
insomnio, pero estoy seguro que compartimos la provocación interior, el desgarro.
0 comentarios:
Publicar un comentario