miércoles, 25 de febrero de 2009

7

Montado en un avión me cruzo el golfo
para verte al otro lado: hermosa,
sincera, marina. Y yo me asombro
de tus ojos de agua, de tu boca
de agua, tu cintura y tu omóplato,
tus piernas, tus manos, también tu espalda.
Me sorprendo pues parece que el golfo,
azul no acaba en ti sino comienza.
Y entonces me doy cuenta que te vi
salir de la otra playa, reventada
de otras olas, mojada de otra brisa.
Te dejé muy atrás en la otra costa
buscando tu quimera, tu reflejo.
Ora sólo me queda reinventarte
al revés: para que al decir adiós
a tu boca de agua,
en vez de despedida sea retorno.

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