No era algo que supieras o hubieses querido saber,
es la forma taciturna en que colapsan los rostros,
el sudor frío, el color del esmegma, la sal misma,
todo vuelto hiedra, el laberinto de tu voz
que pronuncia, que emite, que emana de la nada.
Frente al cristal desnudándote la boca,
diciendo que la cordura se ha ido,
quieres remediarlo buscando flores marchitas,
pasiones enlatadas, amores como olvidos,
quisieras llegar al fin del mundo y gritar,
avellanar tus ojos para llorar espinas,
para estigmatizar caricias, para no volver.
Puede que todo esté en tu contra, Dios,
los amantes, tus manos enfermas, los ojos traidores,
tú, también en contra de tocarte, de mirarme,
de atarme a tus piernas suicidas, a tus labios sonoros,
no eres lo que busco, tampoco yo lo que encuentras,
es por ende que debemos devorarnos y desaparecer,
atarnos violentos al finito y estallar puros y precisos.
Estás parada mirando,
un mundo de mortales en que luces esplendida.
Sucederá y cuando al fin te encuentre…
Ahí se desvanecieron mis intentos por enamorarte,
todo quedó a penas en pocas palabras, en un par
de sueños rotos, de páginas gastadas.
Perdóname…
es sólo que a veces te extraño tanto… vuela pronto.
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